Tras haberles contado los primeros días de mi viaje en la provincia de Tucumán y el recorrido que realicé entre Cafayate y Salta, llegó el momento de contarles los siguientes días de mi viaje al Norte Argentino, que transcurrirían en la ciudad de Salta.
Para mí gusto, Salta es de las ciudades más lindas de mi país (no por algo su slogan turístico es «Salta, tan linda que enamora»). Su orden, sus plazas, la gente, todo me hace sentir en una ciudad en la que podría vivir tranquilamente. Después de haber recorrido lugares paisajísticos tan hermosos como la Quebrada de las Conchas, era el momento de volver a tener contacto con una gran ciudad.
Lo primero que realicé fue un breve City Tour, en donde recorrimos los principales atractivos de la ciudad. El recorrido incluía una visita al Museo de Alta Montaña, museo que tenía muchas ganas de conocer. En mi anterior paso por Salta, unos cuantos años atrás, había intentado visitarlo; pero dado mi desconocimiento, dejé la visita para un día Lunes (el último de mi estadía en la ciudad) y me encontré con que los Lunes el museo se encuentra cerrado. Es por eso que mi visita al museo no era una más, sino que iba a cerrar un pendiente sin cumplir que tenía desde aquella vez.
El Museo de Alta Montaña tiene la particularidad de contar con momias que fueron encontradas en el volcán Llullaillaco, en perfecto estado de conservación. Las mismas se encuentran expuestas de a una a la vez, en diferentes períodos de tiempo. De esta forma, logran no darles tanta exposición y así no dañar su estado. De todas formas, es una visita que vale la pena para entrar en contacto con parte de la historia que rodea a todo el Norte Argentino. La momia que me tocó observar fue la «Niña del Rayo», una pequeña mujer que fue encontrada con daños producidos por la descarga de un rayo. No se permiten tomar fotos, por lo que no podré ilustrárselas.
Otro lugar muy interesante que visitamos en la ciudad fue el Cerro San Bernardo, el que cuenta con una telesilla que sube a los turistas hasta la cima, desde donde se pueden apreciar excelentes vistas panorámicas. Una vez allí arriba, se puede ver toda la ciudad, además de contar con un sendero de abundante vegetación y fuentes de agua muy llamativas.
Desde el Cerro pude observar a la Iglesia de San Francisco, a la que habíamos visitado unas horas antes. La misma tiene una fachada muy atractiva, y que se utiliza en la mayoría de las postales e imágenes promocionales de la ciudad.
Tras descender del cerro, regresamos al hotel para pasar la noche. Al día siguiente continuaba un día largo, con una excursión programada al pueblo de Cachi. Pueblo que tampoco había conocido en mi anterior viaje al norte.
El día comenzó bien temprano por la mañana, ya que para visitar al pueblo de Cachi, es necesario realizar un viaje de 3 horas de ida y 3 horas de vuelta aproximadamente. Lo que tiene de interesante esta excursión es que no sólo el pueblo es muy pintoresco, sino que también la ruta y el camino lo son. Sin ir más lejos, durante el transcurso del recorrido pueden observarse muy lindos lugares tales como el Parque Nacional Los Cardones y la Cuesta del Obispo, dos lugares impresionantes.
Como siempre digo, un viaje es único e irrepetible, más allá de que se visite en más de una oportunidad el destino. Este viaje a Cachi fue un claro ejemplo de esto. A mí entender, cada vez que uno viaja vive experiencias totalmente diferentes. Y en este día en particular, vivimos una experiencia llamativa ya que fuimos sorprendidos por el clima. Sin esperarlo y en medio del recorrido, nos encontramos con un día completamente nublado, de mucho frío y que finalizó con una nevada muy intensa. ¿Piensan que eso nos arruinó el día? Todo lo contrario, fue una situación tan rara e inesperada, que no voy a olvidarlo. Más extraño aún fue que, unos kilómetros después, el día cambió por completo. Se fueron las nubes, salió el sol y el calor se presentó para hacernos recordar que estábamos en el Norte Argentino.
Quizás peque de ignorante, pero jamás había imaginado ver una nevada en esta zona del país. Sin lugar a dudas, un condimento más que realizó de este viaje, una experiencia diferente.
Poco tiempo después ya habíamos llegado al pueblo de Cachi. Un lugar de mucha paz, tranquilo, pintoresco y muy pequeño. Allí almorzamos una comida típica, recorrimos el pueblo (con foto obligada en la iglesia que lo representa) y visitamos el cementerio del pueblo, recomendado en varias oportunidades por quienes ya lo visitaron.
Para cerrar nuestra estadía en la Ciudad de Salta, decidimos realizar una visita a la zona del Cerro San Lorenzo. Allí realizamos un trekking de varias horas, entre la abundante vegetación. Este paseo es una escapada de la ciudad muy recomendable.
Llamativamente, vuelve a cambiar por completo el paisaje y uno se encuentra en una zona de Yungas, muy húmeda y que nada tiene que ver con los paisajes que veníamos viendo. Como para realizar una comparación, la vegetación de esta zona se parece mucho a la que pudimos apreciar en Tafí del Valle, en Tucumán.
Lo cierto es que si van a pasar varios días en la Ciudad de Salta, les recomiendo que vayan a pasar el día al Cerro San Lorenzo, en donde van a encontrar todos los servicios para disfrutar con amigos y/o familia.
Mi viaje al norte no finalizaría allí: todavía me quedaba mucho por recorrer más allá de la provincia de Salta. La Quebrada de Humahuaca, en la provincia de Jujuy, es Patrimonio de la Humanidad y me estaba esperando para sorprenderme…