Está terminado el fin de semana largo de carnaval en Argentina y con eso, el regreso a casa para muchas personas. Al igual que muchos turistas, decidí realizar un viaje en estos días libres y opté por ir a Iguazú, en Misiones. Sin embargo, mi viaje a una de las localidades más turísticas de Argentina no era el típico viaje que realiza todo turista. El motivo de mi viaje a Iguazú era visitar a mi prima que vive allá con sus hijos. Más allá de la alegría de reencontrarme con ellos, pensé que era difícil que un viaje de solamente 2 días pueda dejarme alguna enseñanza o experiencia para compartir con ustedes. Por suerte, suelo equivocarme bastante seguido.
El día Domingo subí al vuelo LA 4022 con destino a la ciudad de Iguazú y, como en muchas otras ocasiones, agarré la revista de vuelo (Revista In) que viene en el asiento delantero del avión, para ojearla un rato. Apenas pasé las primeras hojas me encontré con un texto muy interesante que me generó muchas sensaciones. No sé si es normal, pero soy una persona que suelo conectar las cosas que leo, veo o escucho con vivencias u otras cosas del pasado. No creo que las cosas me llamen la atención porque sí, sino que son como una especie de señal. En este caso, el texto que leí me transmitió mucho por diferentes motivos: por mi trabajo, por lo que creo y pienso, y porque justo hace muy poco, escuchaba y leía a una persona decir cosas muy pero muy similares.
La semana pasada conocía el caso de una blogger argentina que sufrió un grave accidente mientras viajaba por Camboya. Su nombre es Guadalupe Araoz (del blog Hasta Pronto Catalina) y, desde el hospital en donde estaba internada en Camboya, intentaba de contarles a todos el por qué de su sonrisa a pesar del accidente y el motivo por el cual todos deberíamos sonreír. El texto que encontré en la revista del avión, titulado «El valor de una sonrisa», habla exactamente de lo mismo. Es más, si me decían que lo había escrito ella, no iba a dudarlo.
Encontrarme con este mensaje dos veces, con una semana de diferencia, no me parece una mera casualidad; por eso decidí que debía transcribir el texto y compartirlo con ustedes en el blog. Así decía:
El valor de una sonrisa
Existen pocas expresiones tan poderosas como una sonrisa. Me refiero a ese gesto que brota genuinamente desde nuestro interior, reflejando diversos sentimientos tan nobles y propios del ser humano. Sonreír es dar y recibir alegría, aprobación, cariño, comprensión. Casi de manera automática, una sonrisa le hace al otro sentirse bien, generando un clima mucho más grato y una sensación de bienestar que parece inexplicable.
“Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho. Enriquece a quienes la reciben, sin empobrecer a quienes la dan. Toma tan solo un momento, pero su recuerdo, a veces, dura para siempre”, reflexionaba Mahatma Gandhi y continuaba: “Una sonrisa da reposo al cansado y anima a los más deprimidos”.
La sonrisa refleja una actitud de acogida, de apoyo, de acercamiento. Permite que una conversación sea más relajada y suelta; rompe el hielo, crea cercanía entre las personas y es una profunda manifestación de la preocupación que los seres humanos tenemos por agradar. Una sonrisa, incluso, puede cambiar el orden de los acontecimientos y marcar nuestras vidas en un determinado momento. Ese simple gesto, entonces, redunda en beneficio para todos, contribuyendo a la construcción de una sociedad más comprometida.
En LAN sabemos lo importante que es una sonrisa para las personas, y por eso asignamos especial valor a ese gesto en nuestro servicio, más allá de cualquier protocolo. Sabemos que una sonrisa transmite confianza y seguridad, calidez y cariño, abriendo la puerta a la buena disposición entre las personas. Aunque hay cientos de idiomas en el mundo, una sonrisa los habla todos.
¿Ha pensado cuán diferente sería el mundo actual si tuviese muchas más sonrisas de las que vemos habitualmente? Estimado pasajero: lo invito a no estar nunca demasiado cansado o distraído para dar una sonrisa, como también para recibirla, pues este pequeño gesto alegra el alma de quien la recibe. Por eso no debemos perder de vista el inmenso valor que tiene, ya que nos permite construir una comunicación más cercana, más empática, más amistosa. En definitiva, la invitación es a tomar conciencia de que una sonrisa puede hacer que cada día tenga un sentido especial.
Junto con agradecer su preferencia, quiero desearles un feliz y sonriente viaje!
Adhiero 100% con este texto y creo, que difícilmente hubiese escrito algo que me represente tanto. Por eso, creo que es bueno compartir con ustedes textos o imágenes ya existentes, pero que valen la pena ser leídos o vistas por todos. Como dice el texto, ¡los invito a sonreír!
🙂 Gracias Demi por pensar que podría haber escrito ese texto que me encantó. Sabias palabras las de Gandhi, si tan sólo pusieramos menos fotos e imágenes suyas y más de sus palabras!!!