Finalmente llegó el último día del crucero que realizamos por el Nilo. Último día pero no menos importante que el resto. ¿Por qué? Porque en este último día se visita uno de los lugares más importantes de la antigua civilización: el Valle de los Reyes.
El Valle de los Reyes es un sitio desolado en donde enterraban a los antiguos faraones de Egipto. Suena increíble que en tan desolado paisaje existan tumbas escondidas entre las montañas. Es sorprendente pensar que todavía pueden quedar tumbas por hallarse en este lugar.
De todas las tumbas existentes sólo se encuentran cerca de 10 tumbas abiertas para su visita. El ticket de ingreso al Valle de los Reyes sólo permite el acceso a 3 de esas tumbas y nuestro guía eligió para que visitáramos las tumbas de Ramsés I, Ramsés III y Ramsés IV.
Es sorprendente ver la decoración y el tamaño de las tumbas. Según nos explicaron, la construcción de la tumba comienza cuando inicia el reinado de un faraón y finaliza con su muerte, por lo que el tamaño de las tumbas depende del tiempo del reinado. Hemos visto una muy chica que correspondía a un rey de sólo 2 años de reinado y otras 2 que eran mucho más grandes que hasta parecen laberintos.
En su interior se pueden ver diferentes pinturas correspondientes al libro de los Muertos y a las diferentes ofrendas que realizan los reyes a los dioses. También pueden verse los sarcófagos donde se encontraron las momias pero no así las momias, que se encuentran en su mayoría en el Museo del Cairo.
Tras visitar el Valle de los Reyes fuimos a visitar el templo funerario de la Reina Hatshetsut, que es conocido por su forma de construcción ya que se encuentra construido en 3 terrazas diferentes y además porque pertenece a una reina y no a un rey. Lo que me llamó la atención fue que a lo largo de todo el templo las imágenes de la reina y los lugares donde estaba el nombre de ella fueron borrados por los siguientes reyes que no toleraban que una mujer haya reinado en Egipto.
Finalmente visitamos las estatuas colosales de Ramsés II que se encuentran en su templo funerario, que se encuentra todo en ruinas. La verdad que no vale la pena más que para sacarse una foto con las estatuas, que tampoco están en un buen estado.
Es así como finaliza el recorrido del crucero y tras esta visita, se regresa al barco para aguardar por el vuelo de regreso a su ciudad de origen.