No sé si habrá sido mi ansiedad por conocer y hacer cosas en la isla; si el gallo y los pájaros cantando en la ventana o simplemente el calor constante de Tanzania, pero a las 6 de la mañana de mi primer día en Zanzíbar, ya estaba despierto y sin poder dormirme.
Todo aquel que me conoce sabe de mi dificultad para levantarme en las mañanas, pero este no fue el caso y bien temprano en la mañana ya estaba listo para salir a realizar alguna actividad.
Tras un recorrido matutino por las calles del pueblo, decidimos subirnos a una lancha precaria y cruzar a Prison Island. Una de las islas que se encuentra cerca de Stone Town y que prometía tener una playa soñada.
Tras media hora de navegación llegamos a la isla. En primer lugar realizamos snorkeling desde la lancha (cuyo nombre «Jambo» es un saludo típico en el idioma swahili, el que se utiliza en Tanzania). Sin demasiado colorido en los corales y con pocos peces, el chapuzón sirvió como primer contacto con el Océano Índico. Luego desembarcamos en la isla, con una playa muy pequeña y poco acorde a lo que esperábamos, y empezamos a caminar.
Una entrada de 4usd es lo que hay que pagar para poder entrar a esta isla privada. La misma fue la prisión de Zanzíbar mucho tiempo atrás. Pero luego, a causa de la revolución que aconteció en Zanzíbar, la misma pasó a ser una isla privada, y hoy cuenta con un hotel y una cárcel convertida en restaurante.
La verdad es que no hay mucho para ver dentro de la isla. Un camino entre la vegetación, lo que fue la antigua prisión y un santuario de tortugas, el que parecía ser el atractivo principal.
Es cierto, dentro del santuario hay muchas tortugas y de tamaños impresionantes. Nunca había visto tortugas de ese tamaño, más allá de las que se ven en fotos de las Islas Galápagos. Sin embargo, la sensación de tristeza y abandono que tenían las tortugas, me hizo pensar que el nombre de Prison Island estaba bien puesto… sólo que las únicas que estaban privadas de su libertad en esta isla eran las tortugas.
Cuando visitamos Tanzania nos quedamos con las ganas de acercarnos a Zanzíbar. Una pena, pero la falta de tiempo…ya se sabe. La verdad es no había oído nunca que existieran este tipo de tortugas allí. Muy curioso.
Saludos y feliz 2016!