Llegamos a Viena antes del anochecer y con una simple vuelta pude darme cuenta de que me encontraba en una ciudad TOTALMENTE distinta respecto a lo que había visto en Budapest, llena de palacios y de edificios monumentales.
Nos hospedamos en un hotel a la vuelta del Rathaus (el ayuntamiento), bien ubicado para caminar hacia todas las atracciones. Justo había un Film Festival, así que estuvimos comiendo ahí y mirando videos de los últimos recitales de Pavarotti and friends mientras me tomaba un mojito.
El primer día en Viena fue larguísimo. A la mañana temprano nos vino a buscar el guía Local, Pablo, un uruguayo muy copado para hacer la panorámica de Viena que duraría 6 hs.
Estuvimos por La plaza San Carlos (Karl Platz), que tiene una iglesia hermosa; El Parlamento; el Palacio Belvedere (palacio imperial para los fines de semana, devenido en museo de Arte donde se puede ver nada más y nada menos que “El Beso”, de Gustav Klimt), el casco histórico, entre otras cosas.
Fuimos hasta un barrio lleno de viviendas sociales donde un pintor hizo una intervención en el frente, de una manera súper loca, muy modernista, parecido a Gaudí!
Después fuimos a la ópera de Viena (me gustó mas la de Budapest) y a la Secesión Vienesa, a ver el Friso de Beethoven hecho por Gustav Kilmt, el pintor más famoso de Austria. Klimt cumplía 150 años, así que en Viena había un montón de cosas para ver de él.
Al día siguiente me levanté temprano, era el día libre así que claramente, salí a caminar..
Estuve varias horas en el Museums Quartier, un sitio que agrupa los principales museos en un mismo lugar. Entré al Leopold Museum, que es el más conocido y además tenía una muestra sobre la Vida de Klimt re copada.
Después de la visita me fui al Hofburg, otro de los TANTOS palacios que la dinastía Habsburgo tiene en la ciudad (Capital del imperio), donde hice una visita por dentro conociendo la platería real y el museo de la emperatriz Elizabeth, más conocida como «Sisí».
Después estuve en el Albertina (la colección de Alberto y Cristina jaja) que tiene una muy interesante colección con obras de Picasso, Monet, entre otros.
Después di un paseo por la Maria Hilfer Strasse, la calle de los locales de moda.
El último día salimos de la ciudad para visitar el pueblo Medieval de Melk, con una abadía de los monjes benedictinos increíble. Tuvimos la visita con nuestro guía Pablo y después tiempo libre.
Por la tarde tomamos un barco por el valle de Bahau hasta un pueblito llamado Dürnstein, que tiene las ruinas de un Castillo donde estuvo preso el Rey de Inglaterra (Ricardo Corazón de León) en el s. XII durante las cruzadas de tierra Santa, por ofender al duque Leopoldo V.
Cuenta la leyenda que nadie sabía donde estaba, sin embargo, su trovador Blondel lo buscó por todo el país cantando una canción que sólo ellos dos conocían. Cuando lo encontró, negoció con el duque entregando una suma importante de oro que le sirvió a Austria para construir y hacer muchas cosas.
Recorrimos el pueblito pero había que ser muy valiente para llegar hasta el Castillo (y sobre todo, tener tiempo!).
Por la noche, la última en Viena, cenamos en Grinzing, un barrio famoso por sus «heuriger» (famosas tabernas donde sirven vino producido por los habitantes del lugar).
La fuerte tormenta, a la que le veníamos escapando durante todo el recorrido, nos hizo huir después de la comida a acostarnos y prepararnos para nuestro próximo destino.
Temprano por la mañana dejamos la capital austríaca, una ciudad a la que hay que volver, una y mil veces.